Es una de las principales obras del autor en la ciudad que se conserva íntegra. Es de estilo ecléctico y está compuesta por una planta baja y tres pisos. Las dos fachadas del edificio se articulan a través de un chaflán circular de gran profusión decorativa, del que destacan los arcos de medio punto sustentados por columnas clasicistas que se superponen a la carpintería de las ventanas, cada una de ellas con un balcón enmarcado por pilastras almohadilladas. En el segundo piso, se sitúan unos capiteles de diseño libre en los que aparecen enlazadas las letras M y A, las de las iniciales de los propietarios: Manuel Rodríguez Rodríguez y Angelina Bonín.

Las fachadas se ordenan simétricamente a través de un pabellón central torreado y dos laterales que enmarcan los tramos intermedios, aunque de la fachada de la calle Oporto solo se construyó una parte.

La ornamentación es de un recargado barroquismo; no queda ningún hueco en toda la fachada sin decoración.

Como es característico de este estilo, las plantas se singularizan por un cambio en la ornamentación de cada una de ellas, aparecen falsas claves, filigranas en las roscas de los arcos, máscaras de rostros monstruosos, guirnaldas, etc.