Diseñada por el Capitán Andrés de Arce y Castro, vecino de Vigo, responde al tipo de muralla abaluartada de su época. Sin embargo no se ajusta a los principios de la fortificación moderna. Desnivel del terreno, urgencia constructiva, muchas casas y escasos medios condicionaron su resultado final.

La fortificación moderna busca cualidades como simetría (formas regulares), firmeza (adecuada construcción) y comodidad (espacios amplios para tropa y armamento). Pero la muralla de Vigo es irregular, de muros débiles, sin foso ni explanadas y con viviendas tan pegadas que entorpecen la defensa. Sus 11 baluartes son pequeños y situados a diferentes alturas, por lo que los inferiores resultan fáciles de tomar desde los superiores. ¿Por qué estas carencias?

Su construcción responde al intento de cercar el núcleo medieval de Vigo instalado sobre la estribación del monte del Castro, una geografía difícil por las pendientes y desniveles del terreno. Su traza se adapta a la forma del relieve, situando los baluartes donde la pendiente se suaviza.

Cerraba los principales edificios públicos y privados de la villa dejando fuera los barrios del Placer, Areal, Berbés y Falperra. Se abría al exterior por 7 puertas: tres en la costa y 4 en el interior.

En esta zona se situaba el baluarte del Placer, al borde de una pendiente llamada Barranqueira, que aún podemos apreciar. Quizás de ahí su otra denominación de "baluarte del Foso".

El baluarte es el símbolo de la muralla moderna

A diferencia de la fortificación medieval reconocible por sus torres circulares o cuadrangulares, la muralla de época moderna se identifica por el baluarte, el volumen de planta pentagonal que sobresale del muro o cortina, pensado para resistir a la artillería.

De él depende la defensa de muros y puertas de la muralla. Sus dimensiones, altura y ángulo de las caras, deben diseñarse para impedir el acceso enemigo. Los baluartes tienen que cubrirse entre ellos y defender, con sus cañones, el lienzo o cortina de la muralla contigua.